Cuando intento explicar este proyecto casi todo el mundo se sorprende que me haya ido sin saber ni una palabra de español y que luego me quedé 9 meses perdida en las montañas, lejos de todos. Bien, no ha sido simple, pero sólo puedo admitir que ahora, al final del proyecto, me voy con gran pesar, con los ojos llenos de impresionantes atardeceres, nuevas amistades y con la conciencia que he encontrado una nueva familia.
No ha sido un paseo, porque los fogones no se friegan solos y los pasillos no se limpian mágicamente, pero lo que pasa es que la noche, cuando te tiras agotado en la cama, lo haces con una sonrisa muy grande, porque sabes que ha sido un día durante el cual has dado todo ti mismo para apoyar quien lo necesita.
Acabas inevitablemente para ayudar incluso a ti mismo, porque es una experiencia que te permite reflexionar, descubrir nuevos puntos de vista y vivir en un contexto que para muchos sigue siendo considerado tabú.
Te encuentras a probarte de ti misma, con tus fuerzas, con tus valores y con tu capacidad de entregar desinteresadamente.
Que no tengáis miedo de salir de vuestra comfort zone, os prometo que es un viaje que cambiará la vida.
“Si juzgas a la gente, no tienes tiempo para amarla”
Claudia
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